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viernes, 28 de mayo de 2010

Cuento infantil




Los calzones mágicos

A Marívi y a Elisa


MARISA tenía unos calzones mágicos.

Se había dado cuenta de ello, el día que se los puso —por primera vez— y había conseguido volar (sin ninguna otra prenda) por el cielo de su habitación. Era... bastante divertido.

Marisa estaba tan contenta con sus calzones, que se los ponía todos los días y no los lavaba casi nunca, por temor... a que se le desgastasen. Claro está, que los calzones de Marisa, no olían precisamente a perfume francés; pero, pedir eso, hubiera sido pedir demasiado: bastaba... con poder volar con ellos.

A veces, Marisa gustaba de volar en calzones por toda la casa mientras sus padres dormían. En aquellas ocasiones, Marisa terminaba exhausta... En las noches cálidas del verano incluso, se atrevía a sobrevolar el jardín: le resultaba muy agradable sentir el tibio soplo del aire  nocturno:... volar era maravilloso...

Todo hubiera podido seguir así durante mucho tiempo, de no ser porque un día los compañeritos de colegio de Marisa se dieron cuenta de que Marisa llevaba puestos a la escuela siempre los mismos calzones y, comenzaron a cuchichear y a burlarse de ella. 

Marisa estaba furiosa: no podía soportar las burlas. Así que, al día siguiente, marchó a la escuela ¡sin calzones!, no volverían a burlarse de ella.

Las cosas resultaron todavía peor: Roberto, el bobo de Roberto, el niño más tímido del salón —y que estaba profundamente enamorado de Marisa— se quedó sin habla durante una semana.

Cuando Marisa se dio cuenta de que ir sin calzones al colegio no era de lo más conveniente, resolvió no ir nunca más. Pronto pensó, sin embargo, que eso no era posible:... en casa no lo permitirían... Por otra parte, Marisa no quería revelar su secreto... Decidió pues, no decir nada.

... Entonces, consiguió recordar que sus calzones eran mágicos y, podían cambiar de color a voluntad...; podían ser rosas, amarillos, azules, verdes, lilas...; en fin, qué sé yo... También podían tener gran variedad de diseños:... corazones rojos y corazones rosas, ositos azules y caramelos púrpuras, sombrillas multicolores y flores tropicales...: Marisa estaba radiante.

Al otro día, escogió un diseño blanco con caritas felices; ¡ah!, y antes por la noche, lavó sus calzones con mucho cuidado.

Ya en la escuela, Roberto —a quien dicho sea de paso— comenzaba a quitársele lo bobo, se animó a hablarle. A la hora del recreo ya eran novios y andaban cogidos de la mano: ambos sonreían como dos tontos...

Tiempo después, Marisa invitó a Roberto a su casa y —aprovechando que no estaban sus papás— lo tomó de la mano y lo llevó a volar por la sala, el pasillo, y el comedor; ese mismo día, se juraron amor eterno... e hicieron un pacto de saliva... Y Marisa no tuvo que cambiarse de calzones NUNCA MÁS en toda su vida.


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