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jueves, 21 de enero de 2010

Homenaje a La vida es sueño


Desde la celda de mi convento

A CALDERÓN DE LA BARCA


ENTONCES era muy joven: apenas una niña todavía... Julián y yo éramos primos. Vino a vivir a casa de mis padres, después de que el suyo se arruinara y se marchara a hacer la América. Era un muchacho crecido, casi un hombre, o al menos, me lo parecía. Yo era una criatura tonta y caprichosa que aún jugaba con muñecas y hacía rabietas cuando mis padres contrariaban el más mínimo de mis deseos. Pero, en cuanto comencé a tratarle, me volví sensata. Él era muy amable y bueno siempre. Era tan juicioso y responsable, que nuestra cercana amistad nunca despertó el recelo de mis queridos padres. Curiosamente, prefería a menudo estar conmigo antes que con mis hermanos Pedro y Luis, que por la edad, hubieran podido avenirse mejor con él que él conmigo. No obstante, repito, prefería estar a mi lado... Yo habría, más tarde, de enamorarme de él...

Pronto tocaran a vísperas*; de entre las páginas del misal, sobresale una hoja desprendida de un álbum de versos. La única que conservo de aquel librito que él se llevo a las Indias para no olvidarme. Yo solía escribir rimas y pequeñas composiciones que no mostraba nunca a nadie, tímida al pensar que alguien pudiese conocer mis más íntimos anhelos y pensamientos. En ese álbum, ya adolescente, declaraba mi amor por mi primo. Una casualidad quiso que él leyera justo aquellas páginas y entonces, con su discreción y cuidado habituales, me hizo saber cómo me había querido siempre, casi al poco tiempo de conocerme. Me besó y yo me ruboricé diciéndole al punto, que si era su gusto casarse conmigo. No sé por qué, pero intuía que mis padres no se opondrían a aquella unión. Luego, habría de llegar carta de América, haciéndole saber que su padre había muerto legándole una considerable fortuna. Acordamos hablar de la boda con mis padres al regreso de su viaje; hasta entonces, todo permanecería en secreto. Y marchó y no regresó: murió de vómito negro al desembarcar.

Extraigo los versos del misal y leo:

Ayer, amor, soñaba;
soñaba, más no dormía;
soñaba yo que tenía, alegre mi corazón.
Mas los sueños vida mía,
los sueños, sueños son.


__________
*El toque de vísperas es el toque de campanas que anuncia las oraciones vespertinas lo mismo en los monasterios que en los conventos.


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